La SalvLa antífona es un breve pasaje que se canta o se reza antes y después de los salmos y de los cánticos en las horas canónicas.

Las palabras iniciales de la más célebre de las cuatros antífonas del breviario de la Santísima Virgen María se reza desde las primeras vísperas del Domingo de la Trinidad hasta la nona del Sábado antes del Adviento. Otra variante peculiar de la catedral de Espira (donde se canta solamente cada día en honor a San Bernardo) puede haberse dado en una de las dos leyendas que relacionan la antífona con el santo de Claraval. Una leyenda relata que, mientras el santo actuaba como legado apostólico en Alemania, entró, en la víspera de Navidad de 1146, en la catedral con el canto procesional de la antífona, y cuando se cantaron las palabras "O clemens, O pía, O dulces virgo María", se arrodilló tres veces.

Según la narración más común, sin embargo, el Santo añadió la triple invocación por primera vez, movido a ello por una repentina inspiración. "Placas conmemorativas" fueron marcadas en el pavimento de la Iglesia para señalar las pisadas del hombre de Dios a la posteridad, y los lugares donde tan emotivamente implora la clemencia, la misericordia y la dulzura de la Santísima Virgen

María.

La narración se originó aparentemente en el siglo XVI, y relata un hecho ocurrido en el siglo XII.

El uso de la antífona en completas se empezó por los dominicos hacia el 1221, y se propagó rápidamente por ellos. Antes de mediados de ese siglo, se incorporó con las demás antífonas de la Santísima Virgen al Breviario Franciscano "modernizado", de donde entró en el Breviario Romano. Algunos estudiosos dicen que la antífona ha estado en uso en esa orden (y probablemente desde su fundación) antes de que Gregorio IX prescribiera su uso universal. El Papa León XIII prescribió su recitación el 6 de Enero de 1884, después de cada misa rezada junto con otras oraciones, una norma aún en vigor.

La antífona figuró, en gran medida, en las devociones vespertinas de las cofradías y gremios, que se construyeron en gran número hacia el comienzo del siglo XIII. Ahora parece seguro que nuestro actual Oficio de bendición ha resultado de la adopción general de este canto vespertino de cánticos ante la imagen de Nuestra Señora, realzada, como a menudo vino a serlo en los siglos XVI y XVII, por la exposición del Santísimo Sacramento, que al principio se empleó solo como añadidura para prestarle una solemnidad adicional.

LA SALVE

Dios te salve, Reina y Madre,

De misericordia, vida y dulzura.

Esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti clamamos, los desterrados,

Hijos de Eva, a ti suspiramos,

Gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, Abogada nuestra,

Vuelve a nosotros, tus ojos misericordiosos,

Y después de este destierro, muéstranos a Jesús,

Fruto bendito de tu vientre.

Oh, clementísima, oh piadosa,

Oh dulce siempre, Virgen María,

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,

Para que seamos dignos de alcanzar,

Las divinas promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

la salve

Los actos conmemorativos de la Fiesta de la Virgen de los Rondeles que se celebran cada 12 de Diciembre, terminan con la llegada de la Virgen a la Iglesia Santiago Apóstol, donde se canta la salve, por el socio de esta asociación Don Pedro Rubio Sánchez, y cada frase de esta antiquísima oración es repetida por la gran cantidad de fieles asistentes al evento.

En años anteriores ha sido cantada por Miguel Vicario Torres (Miguelito el Sacristán), José Rueda Rojano y José González Ponce.